Weapon / Ximena Cobos
Si escribir nos salva, por qué sigo muriendo.
No llega el cese de la gotera en mi cabeza,
la nota constante del odio a uno mismo.
La psicosis se ha apoderado de mis huesos
y el mundo entero está en mi contra.
El poema ya no se escribe entre mis manos,
ahora son ellos quienes controlan todo lo que digo
y nada va a salvarme de que un día me haga daño.
No piensen que todo está aquí adentro,
la química no dicta cuándo hemos de matarnos
y el suplicio que comparto con el mundo
no es sólo la fecha de caducidad en cada envase.
Afuera asecha la codicia,
el celo interminable me contempla,
me hace pequeña y me devora,
palpitando me deja entre sus tripas
y lo único que late es mi cabeza,
punza como el taladro que gorjea
tras las paredes que cada día se hacen más pequeñas
y me desnudan a los ojos de los vivos,
como si el tiempo no hiciera otra cosa que matarme,
escribiendo mensajes que nadie sacó de la botella.
Náufraga en este templo de los vicios
donde todos adoran lo perdido.
Pero la voz en mí no se detiene,
camina en cada cuarto de mi vida
sacando gritos que ya no suenan a alegrías,
y al final del pasillo no te encuentro,
tan lejano como el piso de mis piernas,
tan amante que no pudo soportarme,
tan destino otra vez bien arruinado
como el final insulto de este poema
que va a cortar a todos en cachitos
y a arrojarlos al fuego de la hoguera
donde hemos de quemarnos
tras la soledad interminable de ser uno.